No hay duda de que una de las mayores víctimas de la popularización de los teléfonos inteligentes han sido los aparatos de fotografía. El mercado de las cámaras fotográficas lleva años padeciendo el impacto del auge de la fotografía móvil. Y es que, gracias a una progresiva mejora de la tecnología de captura de imágenes por parte de los smartphones (y de la calidad de estas), las cámaras se han vuelto cada vez más prescindibles.
En este sentido, los fabricantes de estos dispositivos miembros de la Asociación de Productos de Cámara e Imagen (CIPA) pasaron de distribuir 121 millones de aparatos en 2010 en todo el mundo a 15 millones en 2019, lo que suponía un número ocho veces menor. La llegada de la pandemia de coronavirus tampoco ayudó, siendo 2020 un año duro para la industria. En concreto, los datos de la CIPA muestran que durante ese año se produjo una reducción respecto al año previo del 41,6% en cuanto a unidades de cámaras digitales enviadas por los distintos fabricantes listados, con un total de 8,9 millones de unidades. En los dos años siguientes, la cifra siguió descendiendo, hasta situarse en los ocho millones de unidades enviadas en 2022.