Se acerca fines de marzo y trae consigo el primer cambio de horario del año en Europa. El cambio horario, que se remonta a principios de la década de los 70, coincidiendo con la primera crisis del petróleo, tiene como objetivo el ahorro energético, así como el aprovechamiento de las horas de luz natural.
Esta medida, sin embargo, ha sido debatida en los últimos años. En 2018, la Comisión Europea presentó la propuesta de acabar con el cambio de hora y acogerse a un único huso horario. La falta de consenso entre los Estados miembros prorrogó la aplicación de esta medida a 2021, pero finalmente la decisión quedó sin efecto por el desacuerdo entre algunos países.
Según la Sociedad Española del Sueño advirtió en un comunicado, el cambio de horario, aunque sea sólo de una hora, "altera el tiempo de exposición al sol durante el día y desequilibra al reloj interno, que tarda varios días en reajustarse. Cambiar la hora implica un periodo de adaptación". Por eso, la asociación aconseja que en España "exista un horario estable sin cambios durante el año; y que se mantenga de forma permanente el horario de invierno (GMT+1). Gracias a esto se conseguiría una mayor exposición a la luz solar durante la franja horaria laboral y escolar más habitual (…)". De acuerdo con esta institución, el horario de invierno "promueve un ritmo biológico más estable que el del verano, mejora el rendimiento intelectual y ayuda a disminuir la aparición de enfermedades como las cardiovasculares, la obesidad, el insomnio y la depresión".
Por el momento, España, uno de los países del mundo que adelantan o atrasan sus relojes dos veces al año, aún no ha aplicado ninguna modificación. Así, el país realizará este fin de semana el cambio al horario de verano. A las 2:00 de la madrugada del próximo domingo 31 de marzo se adelantarán los relojes 60 minutos, hasta las 3:00, reduciendo el sueño una hora.