Cuando Spotify lanzó su servicio de streaming de música en varios países europeos el 7 de octubre de 2008, pocos habrían pensado que esta empresa con sede en Estocolmo acabaría convirtiéndose en la plataforma musical más popular del mundo. Por aquel entonces, el streaming de música representaba una pequeña fracción de los ingresos musicales mundiales, pero con el tiempo, la temprana apuesta de Spotify por el streaming daría sus frutos.
Como muestra el siguiente gráfico, Spotify tardó un tiempo en despegar. Cuando cumplió cinco años, en 2013, el pionero del streaming tenía unos 30 millones de usuarios activos y ocho millones de suscriptores premium. Desde entonces, las cifras de usuarios activos mensuales (MAU) y suscriptores premium de Spotify han seguido creciendo de forma constante, hasta alcanzar los 551 y 220 millones, respectivamente, a mediados de 2023.
A pesar de todo ese crecimiento de usuarios, Spotify sigue luchando por ser rentable. El año pasado, la empresa, que salió a bolsa en 2018 y está valorada actualmente en unos 30.000 millones de dólares, registró unas pérdidas netas de 430 millones de euros sobre unos ingresos de 11.700 millones de euros, la mayoría de los cuales procedían de suscripciones premium. Con ello, las pérdidas acumuladas por Spotify desde 2009 se acercan a los 4.000 millones de euros, lo que pone en tela de juicio la viabilidad del modelo de streaming, especialmente si se tiene en cuenta que muchos artistas se sienten injustamente renumerados por Spotify y otros servicios de streaming.