Casi todos los ámbitos de la vida se han visto alterados por el coronavirus, al punto de afectar incluso lo que ocurre entre las sábanas. El creciente uso de la tecnología desde el inicio de la pandemia impacta no solo en el sueño de las personas, sino también en la intimidad. En épocas de distanciamiento social, millones de personas recurren a alternativas seguras para disfrutar de sus relaciones y de su sexualidad, despertando un particular interés por los juguetes sexuales con prestaciones tecnológicas.
Según la consultora Juniper Research, aproximadamente 35,6 millones de dispositivos digitales destinados al placer fueron utilizados a nivel mundial en 2020, una cifra que está llamada a triplicarse en los próximos cinco años. Asia está al frente de esta revolución, al ser responsable de cerca de un tercio de todos los artículos con fines sexuales conectados a internet y en uso en 2020. Se espera que esta región siga siendo el eje central del mercado de la tecnología sexual, alcanzando unos 37 millones de dispositivos en uso para 2025.
El resto del mundo también experimenta una creciente adopción de esta tecnología, aunque romper los tabúes en torno a la sexualidad supone un gran desafío para algunos países. Este es el caso de América Latina, donde el consumo de dispositivos “sextech”, tales como los vibradores (inter)conectados, las apps y los accesorios de realidad virtual, aún es incipiente. En los próximos años se espera que la región registre el más lento crecimiento en el uso de estos productos a nivel mundial.