La invasión rusa de Ucrania impulsó inicialmente la popularidad del presidente Vladimir Putin en su país. Sin embargo, por primera vez desde el inicio de la invasión, el índice de aprobación de Putin entre la opinión pública rusa descendió significativamente el pasado mes de septiembre a medida que las fuerzas militares rusas iban sufriendo pérdidas y se anunciaba una movilización militar parcial de la población. Según una encuesta del instituto no gubernamental moscovita, Centro Levada, la aprobación presidencial volvió a subir en los meses siguientes, alcanzando de nuevo el 82% en enero.
Los medios de comunicación rusos controlados por el Estado impulsan la narrativa de una misión para "desnazificar" Ucrania y devolverla a Rusia. Esto explica quizá por qué la aprobación de Putin puede mantenerse tan alta a pesar de que el país está ahora extremadamente marginado en la comunidad internacional y soporta las dificultades de las sanciones y la movilización de la guerra. Algunos analistas resaltan que estas encuestas pueden no reflejar fehacientemente la realidad rusa. Debido al control que ejerce el gobierno sobre la posibilidad de manifestar disidencias, muchas personas pueden sentirse presionadas a dar una opinión favorable sobre el jefe de Estado.
Yendo más atrás en el tiempo, como se observa en este gráfico de Statista, el nivel de apoyo de la población rusa a Putin se mantuvo por encima del 80% en la mayor parte del período entre 2014 y 2018. En marzo de 2014, cuando se aprobó el referéndum en Crimea para su anexión a Rusia, la aprobación de Putin trepó al 80% y alcanzó un 82% el mes siguiente, mientras se desataba la Guerra del Donbás en Ucrania. En octubre de 2015, con el comienzo de la intervención rusa en Siria, Putin gozaba de un 88% de imagen positiva, aunque tres años después sufriría la peor caída de popularidad de esa década durante la Copa Mundial de fútbol masculino y con el anuncio de las reformas sociales que pretendían aumentar la edad de jubilación. La oposición a Putin también alcanzó uno de sus niveles más altos tras el brote de COVID-19 y la adopción de medidas de confinamiento a principios de 2020.