En América Latina y el Caribe, una de cada cinco niñas se casa o entra en unión informal antes de los 18 años, y un 4% de éstas lo hace antes de los 15 años, de acuerdo con un estudio de UNICEF. La edad mínima para contraer matrimonio en Latinoamérica y el Caribe es de 18 años (con excepción de Honduras, donde la libertad plena para casarse se alcanza a los 21 años). Sin embargo, en algunos países está autorizado el casamiento de las mujeres a partir de los 14, 15 o 16 años con el consentimiento de los padres, tutores o las autoridades públicas.
Según el organismo, el término “matrimonio infantil” se utiliza para referirse tanto a los matrimonios formales como a las uniones informales en las que una persona vive con una pareja durante algún tiempo —pero sin haber participado de una ceremonia civil o religiosa— antes de los 18 años (bien sea porque uno o dos de los miembros de la pareja es menor de edad). A menudo, el matrimonio infantil sucede mediante una unión informal, en la que las niñas conviven con una pareja en vez de casarse.
Los países de América Latina y el Caribe tienen una de las tasas más elevadas de matrimonio infantil en el mundo, superior a la media mundial, pero inferior a las de África subsahariana y Asia del Sur. Esta es una problemática a menudo relacionada con la pobreza, el abandono escolar, el embarazo adolescente y la violencia. Según el informe, es más probable que las niñas que contraen matrimonios tempranos vivan en zonas rurales, en hogares pobres y con menos acceso a la educación.