. De hecho,
en 2035, según un estudio realizado por la World Obesity Federation. No en vano, el número de habitantes con obesidad se incrementará en casi un 94% en apenas 15 años. De no remitir la tendencia actual, esta situación generará un coste económico total de 4,32 billones de dólares estadounidenses o, lo que es lo mismo, el
¿Cuáles son los países más obesos?
El sobrepeso y los altos índices de masa corporal erróneamente tienden a ser considerados como un problema de los estados económicamente más desarrollados. Sin embargo, las tasas de obesidad han aumentado más rápidamente en la última década en aquellos con ingresos más bajos. Tanto es así que Nauru y otras islas del sur del Pacífico registran las cifras más elevadas de
muertes atribuibles a la obesidad por cada 100.000 habitantes, además de los porcentajes más altos de población adulta con un índice de masa corporal (IMC) superior a 30kg/m².
El continente americano es otro de los grandes afectados, con Estados Unidos a la cabeza. Bien conocido por su lucha contra la obesidad, el "país de las oportunidades" ocupa la duodécima posición del ranking mundial de sobrepeso y obesidad, con una diferencia abismal respecto a
otros miembros de la OCDE y el G7 como Alemania, Canadá, Francia o Japón. En términos absolutos, el
resultado es todavía más alarmante, ya que encabeza el podio —incluso por delante de estados tan superpoblados como China o la lndia—. (
Visite la caja relativa a la obesidad en EE.UU. para obtener más información).
Obesidad en niños y adolescentes
Si los niños son el mañana, todo apunta a que el futuro será rollizo.
Más de 380 millones de infantes y adolescentes vivirán con obesidad dentro de apenas 12 años (
aproximadamente una quinta parte de la población menor de 19 años), la gran mayoría de ellos
concentrados en el sur del Pacífico.
Mejora de la alimentación
Llegados a ese punto, cabe plantearse dos preguntas: ¿por qué sigue aumentado la obesidad?, y ¿por qué especialmente en las regiones más pobres? Dejando aparte los trastornos de peso causados por algunas enfermedades o la toma de determinados medicamentos, lo cierto es que una buena alimentación es una de las piedras angulares para reconducir la situación.
Y es justo aquí donde radica el primer problema. La imposición de
altos gravámenes a las importaciones de productos frescos por las naciones más desfavorecidas impacta muy negativamente en el ya difícil acceso a una buena oferta nutricional. Según los datos más recientes facilitados por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO por sus siglas en ingles), casi tres cuartas partes de los habitantes residentes en
países con ingresos bajos o medio-bajos no pueden costearse una dieta saludable; un porcentaje que se sitúa por encima del 80% en el peor de los casos. Como resultado, una proporción importante de esta población termina recurriendo a la comida chatarra o a alimentos con altos contenidos en hidratos de carbono, azúcares o grasas saturadas, causantes no solo del ya temido aumento de peso, sino también de la diabetes y de varias enfermedades cardiovasculares.
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